El diván

Estaba parada frente al espejo.
¿Qué objeto tiene conservar eso? No logro evitarlo. Hay veces que siento que está muy cerca de mí.
Y entonces corro, busco la salida, me escabullo, vuelvo a salir. Mis pupilas se dilatan, mi respiración se entrecorta y yo simplemente... Estoy parada allí.
¿Realmente esa soy yo? ¿Cómo sé que mi imagen no se olvidó de mí?
¿Estoy envejeciendo? Si, son muchos pero... Quiero algo más.
Sí, es cariñosa pero... Quiero algo más.
Entonces empecé desde abajo para arriba, observándome. Sintiendo cada parte del cuerpo como si fuera un todo, un todo unido que nunca se rompería.
Esa quería ser. La montaña que nunca se derrumbe. El trigo que nunca se deje llevar por el viento. El pastizal que jamás deje de crecer. La nena que nunca dejó de jugar...
¿Realmente esa soy yo? ¿Cómo sé que es la correcta? ¿Cómo? Y entonces me freno, me escondo en ese agujero. Nunca salgo. Mis ojos se cierran. Respiro más agitadamente y yo simplemente...Ya no estoy allí.
La imagen se apoderó de mí. Mis huesos son de plastilina y me puedo modelar a mí misma. Mis movimientos son duros, todo es cuadrado, estupefacto.
Quiero algo más, pero no sé como encontrarlo. Y eso es lo que nos pasa a muchos de nosotros... Buscamos algo que no sabemos qué es, y simplemente ahí está, y no era lo mejor.
Me estoy volviendo a crear... Para mí.
El espejo te absorbe, la imagen es efervescente... El alma se pierde en el cristal.

Comentarios

Entradas populares