Cuando estoy ahí en la cuerda floja, en el limbo de las emociones, en la miel sin sabor, nadando y hundiéndome cada vez más y más, siempre aparecés para darme todo lo estable que necesito, para sacarme el sabor amargo, para colocarme como la reina en el ajedrez en el lugar más seguro, para cuidarme. Pero no sé, no sé cuando podré dejarme salir de este montón de huesos apretados, arruinados, resquebrajados.
Perdón, pero no lo sé.
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