Mover(me)
Si me mueve el tiempo, esas agujas; o el viento, otro tipo de agujas. O si me muevo por el simple acto de la inercia, del peso, de la gravedad, del paso. Pienso en si cada sentimiento que me recorre me da lugar a un movimiento. Si la risa me hace caminar. Si el llanto me hace dar pasos hacia atrás, o si el miedo me hace dar vueltas.
Pienso en el amor, o la burbuja de cosas que me rodea. No sé si camino dentro o fuera de ella. No sé si los demás tengan la misma. Me choco en el espacio y me rompo. Y todas esas partes se mueven; distintas, personales, en búsqueda.
¿Qué es lo que me mueve? ¿O sólo estoy parada mientras algo gira debajo de mis pies y para no caerme tengo que acompañar ese ritmo?. No, claramente no. Sé que hay algo. Algo que hace que todo baile en el conjunto. ¿Qué es? ¿El impulso? ¿Qué es el impulso? ¿Hijo, primo, hermano, del deseo?
A veces siento que no tengo más deseos. Y ahí paro. Ya no me muevo. Ya nadie se mueve para mí. No son materiales. No son nada. No son nadie en especial, son... una víspera. Están ahí, etéreos.
Me hace pensar en que los deseos no se pueden regenerar por un acto natural como se regeneran las puntas de una estrella de mar. Lo feo es que... aún que por un rato esté sin deseos, sigo acá. Sigo parada. Pero ya no sé, ya no entiendo. Todo es sombras. Todo es vacíos, abismos, águilas, rapidez, euforia.
No me toques, no me tomes, porque no me importa. Y no me hables porque no escucho. Y no me pidas que te siga porque ya no te puedo ver.
Pasó media hora y aún así siento que pasan años. Tantos como los que tengo.
¿Al nacer tuve deseos? ¿Y al nacer, qué cosa me movió? Y todos me tocaron, me tomaron, y no tengo recuerdos de si me importó. Me hablaron y no escuché. Y me pidieron que los siga pero todo era muy distante para entender.
No todos los escritos te ayudan a entender. Algunos sólo tienen preguntas que hay que dejar estar. Preguntas que te hagan desear. Preguntas que te hagan desear entender. No son nadie en especial, son preguntas: abismos, águilas, rapidez, euforia.
Si me mueve el tiempo, esas agujas; o el viento, otro tipo de agujas. O si me muevo por el simple acto de la inercia, del peso, de la gravedad, del paso. Pienso en si cada sentimiento que me recorre me da lugar a un movimiento. Si la risa me hace caminar. Si el llanto me hace dar pasos hacia atrás, o si el miedo me hace dar vueltas.
Pienso en el amor, o la burbuja de cosas que me rodea. No sé si camino dentro o fuera de ella. No sé si los demás tengan la misma. Me choco en el espacio y me rompo. Y todas esas partes se mueven; distintas, personales, en búsqueda.
¿Qué es lo que me mueve? ¿O sólo estoy parada mientras algo gira debajo de mis pies y para no caerme tengo que acompañar ese ritmo?. No, claramente no. Sé que hay algo. Algo que hace que todo baile en el conjunto. ¿Qué es? ¿El impulso? ¿Qué es el impulso? ¿Hijo, primo, hermano, del deseo?
A veces siento que no tengo más deseos. Y ahí paro. Ya no me muevo. Ya nadie se mueve para mí. No son materiales. No son nada. No son nadie en especial, son... una víspera. Están ahí, etéreos.
Me hace pensar en que los deseos no se pueden regenerar por un acto natural como se regeneran las puntas de una estrella de mar. Lo feo es que... aún que por un rato esté sin deseos, sigo acá. Sigo parada. Pero ya no sé, ya no entiendo. Todo es sombras. Todo es vacíos, abismos, águilas, rapidez, euforia.
No me toques, no me tomes, porque no me importa. Y no me hables porque no escucho. Y no me pidas que te siga porque ya no te puedo ver.
Pasó media hora y aún así siento que pasan años. Tantos como los que tengo.
¿Al nacer tuve deseos? ¿Y al nacer, qué cosa me movió? Y todos me tocaron, me tomaron, y no tengo recuerdos de si me importó. Me hablaron y no escuché. Y me pidieron que los siga pero todo era muy distante para entender.
No todos los escritos te ayudan a entender. Algunos sólo tienen preguntas que hay que dejar estar. Preguntas que te hagan desear. Preguntas que te hagan desear entender. No son nadie en especial, son preguntas: abismos, águilas, rapidez, euforia.
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