Tengo 16 de nuevo
La decoración en luces elegida esa primavera eran una especie de cortinas. Las que hacían en las caricaturas de Tom & Jerry, que se amarran a mitad de camino, y en la mitad alta de forma una dulce "panza" del efecto de la misma tela. Así eran, pero de luces.
A mí todo me daba vueltas; me parecía que había mucha gente, mucho ruido.
Camine hacia mi diagonal izquierda siguiendo tus instrucciones. Confié mucho en vos. Llegué al bar; había una chica africana atendiendo el primer sector. Vendían helados que parecían buenos. Yo no tenía conciencia acerca del horario que era, así que decidí preguntarle a qué hora cerraban. Me respondió que a las 12, y eran las 23:50 (decía mi celular)
Nosotros habíamos dejado de hablar por mensaje hace bastante rato, ya.
Aunque te había visto hace tres lunes atrás, se me hacías confundible entre los demás. Perdóname por ésto. Pero de repente, llegaste igual. Tenías algo de aroma a alcohol, pero yo no tenía ganas de analizar. Para ese entonces lo que sea que había consumido sin querer, ya había afectado parte de mi memoria de corto plazo, por lo tanto olvidé cómo llegaste a mi. Y así como si estuviese dispuesto, me tomaste de la mano y me llevaste. Ambos sabemos que Callao está llena de baldosas flojas, rotas, curtidas por el paso de los hombres. Trastabille una sola vez, pero nunca me soltaste.
Ahora sí: no recuerdo cómo llegué hasta ahí. Me dijiste que tenía los ojos un poco raros. Los tuyos estaban igual de relajados que siempre. Y profundos y dulces.
Tenias tus libros de George Orwell y David Lynch sobre la mesita de luz. Me dijiste: "éste tiene palabras difíciles que me molestan", y sonaste aniñado. Pero eso no era extraño. Así que me levanté como pude y te traje mi libro: The catcher in the rye". "Cómo se pronuncia rye? /rai/?". Te dije que leamos la parte de los diálogos en ese libro. Que vos eras el profesor y yo el alumno.
"Old Spencer was a good man. I said to my mother tha" "Mader? Madoh? Pará, lo leemos como ingleses?". Si hubiese tenido más fuerza y amor a mi misma te hubiese besado la frente.
Y así estuvimos hasta que nos aburrimos de eso.
Pero me dijiste que ibas a dormir al living. Yo quería que duermas conmigo y apenas te conocía. Apenas conocía tu 8vo piso en nuestra enorme Buenos Aires. Podría haber sido cualquier otro edificio, con cualquier otro piso y letra, con cualquier otro contrafrente, refugio de cualquier otro chico común que no seas vos. Pero no, eras vos. Y me gustaba tanto tu nombre.
Tarareé algo en el entretiempo que nos dimos para elegir cómo dormir y me diste un beso. Despacito como lo despacio que se mueve un caracol. Pero más lindo que un loop del Sol saliendo.
Y no, no hicimos más que eso. Soñar despiertos, confundidos, locos, dándonos un beso y mitad de otro del anterior.
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